"Ha sido una experiencia inolvidable e irrepetible tanto a nivel personal como a nivel de proyecto ya que durante mi estancia pude asistir a un evento que mejorará la calidad de vida de Quest for Hapiness sin duda alguna: la extracción y construcción de un pozo de agua potable. El día a día es muy complicado de resumir, ya que ningún día es igual: siempre hay cosas nuevas que hacer o surgen imprevistos que hay que solventar.
Durante el calendario escolar se sigue una rutina donde desde primera hora de la mañana hasta primeras horas de la tarde los niños asisten al colegio y los voluntarios podemos colaborar ayudando a hacer los deberes, corrigiendo ejercicios e incluso, impartir alguna lección en clase, además de diseñar murales didácticos para colgar después en sus clases
Una vez terminadas sus clases hay un par de horas de ocio que hay que compaginar con la hora de la ducha, donde los voluntarios velábamos para que todos los niños se ducharan y lavaran su ropa y conseguir así, costumbres de higiene positivas para su salud. Los fines de semana eran perfectos para realizar actividades de todo tipo (talleres de pintar caras, antifaces, bailes, murales…) además de alternarlo con salir a pasear por la zona.
Durante las vacaciones de verano, la dinámica es diferente: sólo van a clase por la mañana para hacer los deberes que se les ha mandado y la tarde la tienen libre, donde desempeñamos actividades tanto de ocio (talleres de manualidades, pintura, jugar al futbol, salir a pasear, etc.) como rutinarias en su cultura (recolecta y desgrane de maíz, cañas de azúcar, etc.).
Cuando decides hacer un viaje solidario… vas con la ilusión de conocer otra cultura, interactuar con los niños desfavorecidos, viajar para conocer el país, contacto directo con las costumbres locales, catar las delicias gastronómicas y las comidas no tan deliciosas…
Al salir del coche y poner mi primer pie en el orfanato, al ver las caras alegres de los niños del orfanato con el interés de saber cosas de ti… supe que algo especial experimentaría durante mi estancia allí. Y no estaba nada equivocada: cada niño es único y especial donde, día a día te encariñas más y más con ellos ya sea a través de miradas cómplices, sonrisas, regalo de dibujos, pulseras…
Como aportación positiva por mi parte fue, poner en funcionamiento una máquina de coser que tenían en un trastero que me permitió reparar todos los uniformes de los peques así como dar unas primeras nociones muy básicas de funcionamiento de la máquina. Las demostraciones de gratitud por parte de los niños y Tabitha, la alegría con lo que ven sus uniformes y ropa arreglados producen en ti una satisfacción inmensurable.
La experiencia de la extracción de agua del pozo fue un momento inolvidable. Para ellos era un deseo esperado durante años donde se ve reflejado, en un futuro muy cercano, que los problemas con el agua semana tras semana van a desaparecer. Me encantó ver esas caras de curiosidad de cómo sacan el agua y el grito de gloria cuando empieza a salir agua… ¡¡por primera vez!! . Aún queda mucho por hacer en cuanto a instalación de bombas y acondicionamiento del pozo… pero paso a paso se van alcanzando los retos.
Adentrarte en la cultura keniata es... ¡¡toda una aventura enriquecedora!! Vivir la experiencia de hablar en tu día a día con los integrantes del proyecto local y sus trabajadores, totalmente abiertos a explicar sus costumbres rutinarias, especialidades gastronómicas e incluso formas de pensar y ver la vida.
Cabe destacar lo receptivos que son a escuchar y poner en práctica posibles mejoras propuestas por los voluntarios. Siempre hacen sentirte como una más en su gran familia, ofreciéndote todo lo que tienen en su mano para que te sientas a gusto. Además, tuve la oportunidad de seguir el proceso de recolecta de maíz donde, en las tardes interminables de desgrane de maíz te integras en sus canciones que acabas cantando con ellos e incluso… ¡¡¡aprendes vocabulario en swahili!!!
También tuve mucha suerte coincidir con unos voluntarios maravillosos: Clara, Iñigo, Ana y Fran… formamos un equipo estupendo que nos permitió organizar muchísimas actividades (fiestas, actividades de manualidades, donación de ropa, reparto de responsabilidades…) y coordinarnos con el proyecto local (Julius y Tabitha) para hacer un día a día diferente, divertido y al mismo tiempo inculcando valores a todos los niños.
Lo que jamás me podía imaginar de este voluntariado son los pedacitos de corazón que dejas dentro de todos y cada uno de los niños que no quieren verte marchar, que te piden que te quedes para siempre con ellos o incluso que les hagas un hueco en tu maleta para venir contigo…
Estas amargas despedidas sin duda te hacen más fuerte y está claro que después de viajes como estos… ¡¡Nadie puede volver a ser el mismo!!"
Fanny, Viaje Solidario en orfanato y escuela de Kenia, agosto 2015
Durante el calendario escolar se sigue una rutina donde desde primera hora de la mañana hasta primeras horas de la tarde los niños asisten al colegio y los voluntarios podemos colaborar ayudando a hacer los deberes, corrigiendo ejercicios e incluso, impartir alguna lección en clase, además de diseñar murales didácticos para colgar después en sus clases
Una vez terminadas sus clases hay un par de horas de ocio que hay que compaginar con la hora de la ducha, donde los voluntarios velábamos para que todos los niños se ducharan y lavaran su ropa y conseguir así, costumbres de higiene positivas para su salud. Los fines de semana eran perfectos para realizar actividades de todo tipo (talleres de pintar caras, antifaces, bailes, murales…) además de alternarlo con salir a pasear por la zona.
Durante las vacaciones de verano, la dinámica es diferente: sólo van a clase por la mañana para hacer los deberes que se les ha mandado y la tarde la tienen libre, donde desempeñamos actividades tanto de ocio (talleres de manualidades, pintura, jugar al futbol, salir a pasear, etc.) como rutinarias en su cultura (recolecta y desgrane de maíz, cañas de azúcar, etc.).
Cuando decides hacer un viaje solidario… vas con la ilusión de conocer otra cultura, interactuar con los niños desfavorecidos, viajar para conocer el país, contacto directo con las costumbres locales, catar las delicias gastronómicas y las comidas no tan deliciosas…
Al salir del coche y poner mi primer pie en el orfanato, al ver las caras alegres de los niños del orfanato con el interés de saber cosas de ti… supe que algo especial experimentaría durante mi estancia allí. Y no estaba nada equivocada: cada niño es único y especial donde, día a día te encariñas más y más con ellos ya sea a través de miradas cómplices, sonrisas, regalo de dibujos, pulseras…
Como aportación positiva por mi parte fue, poner en funcionamiento una máquina de coser que tenían en un trastero que me permitió reparar todos los uniformes de los peques así como dar unas primeras nociones muy básicas de funcionamiento de la máquina. Las demostraciones de gratitud por parte de los niños y Tabitha, la alegría con lo que ven sus uniformes y ropa arreglados producen en ti una satisfacción inmensurable.
La experiencia de la extracción de agua del pozo fue un momento inolvidable. Para ellos era un deseo esperado durante años donde se ve reflejado, en un futuro muy cercano, que los problemas con el agua semana tras semana van a desaparecer. Me encantó ver esas caras de curiosidad de cómo sacan el agua y el grito de gloria cuando empieza a salir agua… ¡¡por primera vez!! . Aún queda mucho por hacer en cuanto a instalación de bombas y acondicionamiento del pozo… pero paso a paso se van alcanzando los retos.
Adentrarte en la cultura keniata es... ¡¡toda una aventura enriquecedora!! Vivir la experiencia de hablar en tu día a día con los integrantes del proyecto local y sus trabajadores, totalmente abiertos a explicar sus costumbres rutinarias, especialidades gastronómicas e incluso formas de pensar y ver la vida.
Cabe destacar lo receptivos que son a escuchar y poner en práctica posibles mejoras propuestas por los voluntarios. Siempre hacen sentirte como una más en su gran familia, ofreciéndote todo lo que tienen en su mano para que te sientas a gusto. Además, tuve la oportunidad de seguir el proceso de recolecta de maíz donde, en las tardes interminables de desgrane de maíz te integras en sus canciones que acabas cantando con ellos e incluso… ¡¡¡aprendes vocabulario en swahili!!!
También tuve mucha suerte coincidir con unos voluntarios maravillosos: Clara, Iñigo, Ana y Fran… formamos un equipo estupendo que nos permitió organizar muchísimas actividades (fiestas, actividades de manualidades, donación de ropa, reparto de responsabilidades…) y coordinarnos con el proyecto local (Julius y Tabitha) para hacer un día a día diferente, divertido y al mismo tiempo inculcando valores a todos los niños.
Lo que jamás me podía imaginar de este voluntariado son los pedacitos de corazón que dejas dentro de todos y cada uno de los niños que no quieren verte marchar, que te piden que te quedes para siempre con ellos o incluso que les hagas un hueco en tu maleta para venir contigo…
Estas amargas despedidas sin duda te hacen más fuerte y está claro que después de viajes como estos… ¡¡Nadie puede volver a ser el mismo!!"
Fanny, Viaje Solidario en orfanato y escuela de Kenia, agosto 2015
¡¡Enhorabuena Fanny!! Has descrito de forma entrañable tu estancia y experiencias en Kenia y así como a tí te ha marcado muy positivamente esta vivencia "nadie puede volver a ser el mismo", a mí no me ha dejado indiferente esta lectura. Creo que es muy importante que los voluntarios divulgueis vuestros viajes para concienciar a nuestra sociedad occidental muchas veces adormecida en la sociedad de consumo. Gracias por tu publicación, Avelina
ResponderEliminarGracias Avelina por tu comentario,
EliminarNos alegramos que te haya gustado la publicación de Fanny. Compartimos contigo la importancia de la divulgación de la experiencia a la vuelta porque es una de las mejores formas de trabajar la sensibilización :)