Mi colaboración
los dos primeros meses consistió en hacer de voluntario en la escuela de Lamay. Mi idea era quedarme
en Cuzco, pero el proyecto necesitaba gente en Lamay y la coordinadora Isabel, sin conocerme, me lo propuso y me dejé llevar.
Ahora le agradezco que lo hiciera porque
he descubierto donde me siento feliz.
En el momento de
llegar ya sabía que me iba a quedar. Es un sitio increíble, no se puede
describir con palabras, se tiene que vivir en persona. Rodeado por los
Apus (montañas sagradas) del Valle
Sagrado y con la compañía del sonido del agua corriente del río 24 horas ha
sido un regalo.
Vistas del Valle Sagrado desde Lamay |
Aprendí que la
vida es sencilla, que con tener una cama para dormir, comida, ropa y algo de
dinero en el bolsillo no necesito nada más. He aprendido a sentir y a vivir cada momento.
Taller de ensalada de frutas |
Se ha despertado en mí un potencial que desconocía, he hecho talleres de cocina y he visto que quiero dedicarme a la educación a través de la cocina porque creo que es un arma muy poderosa con la que se puede cambiar el mundo.
No solo se enseña a cocinar sino que comporta una educación de valores y que es una herramienta que puede servir para transformar.
Aprendiendo a hacer galletas |
Es alucinante como a los niños y niñas les gusta cocinar. Ver las caras de felicidad que tienen cuando les enseñas a hacer galletas o una simple ensalada de frutas, es incomparable y hace que aumente la pasión de tu oficio y las ganas de seguir compartiendo tus conocimientos.
A finales de mi
primera etapa también colaboré con la escuela de Cusco durante una semana
viendo una realidad totalmente diferente a la de Lamay.
Lamay es una
zona rural donde hay un pequeño pueblo y el resto está formado por once
comunidades hasta llegar a la selva peruana. Los niños y niñas reciben una
educación pésima en la escuela tradicional y pública pero son diamantes en
bruto, sin pulir, que se pueden convertir en semillas de cambio, en embajadores
para cambiar el mundo y seguir evolucionando.
En Cusco también
tienen una educación pésima pero que tienen
muchos valores interiorizados y no hay tanta dificultad para trabajar
con ell@s.
En la segunda
etapa seguía como voluntario en la escuela pero ya me adentré más en la parte
del negocio que autofinancia las escuelas. Y ahora soy el chef del restaurante
del hostal donde vivo.
¿Cómo es un día en Lamay?
El río me dice
buenos días cuando me levanto y con el primer respirar fuera de mi habitación
ya estoy cargado de energía.Desayuno y
cuando termino me voy a andar un rato hasta llegar a mi piedra sagrada, allí
hago una meditación y agradezco todo lo que me está pasando y me inspiro con
nuevas ideas, objetivos y sueños.
Vistas de la Eco-aldea en Lamay |
Siempre tengo la
compañía y el amor incondicional de dos perros que deciden venir conmigo.Vuelvo a la
Aldea con mucha paz y tranquilidad interior y muy motivado para vivir un nuevo
día. Leo, dibujo,
escucho música, pienso y visualizo nuevos proyectos de futuro. Básicamente es
el lugar idílico para reconectarse con uno mismo.
A la hora de
comer Augusta, la cocinera de la Eco-Aldea nos prepara una comida exquisita.
Ella y su familia;Juan su marido y el encargado de dirigir las construcciones
de la Aldea y la escuela; sus hijos Elvis el mayor y Juan Carlos y Valentina
los pequeños, son un gran ejemplo de cambio y transformación y de una próspera
evolución. Son tus hechos los que reciben los demás y no tus palabras.
He aprendido a
vivir en comunidad, a compartir todo lo
que tengo y he ganado una familia formada por gente que, por unos instantes es
desconocida pero que rápidamente encajas y conectas, lo difícil es ver cómo se
van para seguir sus caminos pero a ti ya te han enseñado lo que necesitabas.
Después de
comer, hay un tiempo de descanso o si tengo la ocasión charlo con Aide la mamá
de Yuri, una gran sabia, que me cuenta sus historias y como es la vida en Perú
con su cultura y sus tradiciones.
Con varios niños que van al centro de Lamay |
A las 15h
empiezan a llegar los peques, algunos llegan tarde porque salen de la escuela
y tienen 40 minutos de camino hasta llegar a su casa. Una de las
reglas es que han de abrazarte cuando llegan y con su sonrisa sabes
que te espera una gran tarde. Da igual quien seas y de donde vengas, su magia
hace que te abracen y te den cariño igual.
Primero ayudamos
con tareas de la escuela o sino tienen practicamos las asignaturas más
dificultosas. Tienen tiempo para jugar, les damos talleres como por ejemplo
construir un barco con objetos de la naturaleza y hacer una cursa por el río.
Terminamos con un círculo de amor, hablando de sus preocupaciones, sus sueños o
su día a día. A la vez que toman la merienda que para muchos es su cena. A las 19h se
termina la escuela y se van para casa. Es la hora de quitarse la bata de
“profe”.
Cuando llevas un
tiempo te das cuenta que eres algo más importante que la figura que lleva la
bata de color, porque de repente has entrado en sus vidas y eres responsable de todo lo que
enseñas, de todo lo que dices, y de todas tus acciones y movimientos.La capacidad de
absorción de sus cerebros es tan sutil que desde el primer abrazo ya te han
captado, ya saben quién eres.
¿En qué te ha cambiado esta experiencia?
Es sorprendente
el cambio que he tenido como persona en diferentes sentidos. Hay días que me
siento extraño porque me cuesta entender la evolución que he tenido en poco
tiempo y que aún sigo teniendo.
A nivel
profesional me siento más competente que nunca, que venga un día la
coordinadora de la escuela de Cusco y te diga: Esta semana te he puesto como
coordinador del taller de cocina, prepara algo para mañana. Mi primer taller de
cocina y con niñ@s, de la nada te inspiras y sale genial, entonces te piden
más.
En plena tarea de cocinero |
Te levantas un
día y piensas: Tengo que terminar el recetario. Porque ahora vas a dirigir y a
organizar un pequeño restaurante en Perú, donde te dan el lujo y la gran
oportunidad de hacer la carta y tienes la libertad de poner tus primeros
platos.
Veo y vivo la
vida de otra manera, fluyo para que todo venga en su forma y lo acepto tal y
como viene, lo disfruto y soy feliz.Lo indispensable
de antes, ya no lo es. Porque lo que tengo ahora se transforma, descubres que
nada ni nadie es permanente y como consecuencia de ello lo das todo.
Tengo 24 años y sé que este proyecto va a estar toda mi vida. He sentido que el proyecto es para mí y que yo soy para el proyecto.Encontrar tu misión no es fácil pero cuando la tienes, la tranquilidad y la felicidad la respiras cada día.
Me da igual levantarme a las 8 de la mañana y no parar hasta las 12 de la noche porque hago lo que me gusta y lo disfruto, hay momentos difíciles que no dejan de ser oportunidades para cambiar hábitos, maneras y actitudes. Hay momentos de no poder más y querer abandonar pero algo dentro de ti te recuerda porque lo estás haciendo y te vuelves a levantar.
Con un grupo de voluntari@s |
Animo a toda la
gente que lea esto a que se atreva a cambiar su vida si no están haciendo lo
que el corazón y el instinto desean. De verdad, vale la pena. Si nunca sales de
tu área, aunque sea para viajar, no sabrás, si realmente quieres que tu vida
sea lo que es.
He conocido
mogollón de gente interesante, he aprendido a ver la vida de otra manera y
quiero seguir así, hago lo que me gusta y lo que quiero. Cada día y a cada
hora.
Albert, experiencia en Lamay y Cusco
Si quieres saber más de este proyecto ¡escríbenos!: info@viajestumaini.org
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