martes, 8 de marzo de 2016

Albert en Lamay:"He aprendido a vivir en comunidad, a compartir todo lo que tengo y he ganado una familia"

Mi colaboración los dos primeros meses consistió en hacer de voluntario  en la escuela de Lamay. Mi idea era quedarme en Cuzco, pero el proyecto necesitaba gente en Lamay y la coordinadora Isabel,  sin conocerme, me lo propuso y me dejé llevar.  Ahora le agradezco que lo hiciera porque he descubierto donde me siento feliz.

En el momento de llegar ya sabía que me iba a quedar. Es un sitio increíble, no se puede describir con palabras, se tiene que vivir en persona. Rodeado por los Apus  (montañas sagradas) del Valle Sagrado y con la compañía del sonido del agua corriente del río 24 horas ha sido un regalo.

Vistas del Valle Sagrado desde Lamay

Aprendí que la vida es sencilla, que con tener una cama para dormir, comida, ropa y algo de dinero en el bolsillo no necesito nada más.  He aprendido a sentir y a vivir cada momento.

Taller de ensalada de frutas
Se ha despertado en mí un potencial que desconocía, he hecho talleres de cocina y he visto que quiero dedicarme a la educación a través de la cocina porque creo que es un arma muy poderosa con la que se puede cambiar el mundo. 

No solo se enseña a cocinar sino que comporta una educación de valores y que es una herramienta que puede servir para transformar.

       
                                                           
Aprendiendo a hacer galletas
Es alucinante como a los niños y niñas les gusta cocinar. Ver las caras de felicidad que tienen cuando les enseñas a hacer galletas o una simple ensalada de frutas, es incomparable y hace que aumente la pasión de tu oficio y las ganas de seguir compartiendo tus conocimientos.

A finales de mi primera etapa también colaboré con la escuela de Cusco durante una semana viendo una realidad totalmente diferente a la de Lamay.


Lamay es una zona rural donde hay un pequeño pueblo y el resto está formado por once comunidades hasta llegar a la selva peruana. Los niños y niñas reciben una educación pésima en la escuela tradicional y pública pero son diamantes en bruto, sin pulir, que se pueden convertir en semillas de cambio, en embajadores para cambiar el mundo y seguir evolucionando.

En Cusco también tienen una educación pésima pero que tienen  muchos valores interiorizados y no hay tanta dificultad para trabajar con ell@s.

En la segunda etapa seguía como voluntario en la escuela pero ya me adentré más en la parte del negocio que autofinancia las escuelas. Y ahora soy el chef del restaurante del hostal donde vivo.

¿Cómo es un día en Lamay?

El río me dice buenos días cuando me levanto y con el primer respirar fuera de mi habitación ya estoy cargado de energía.Desayuno y cuando termino me voy a andar un rato hasta llegar a mi piedra sagrada, allí hago una meditación y agradezco todo lo que me está pasando y me inspiro con nuevas ideas, objetivos y sueños.

Vistas de la Eco-aldea en Lamay
Siempre tengo la compañía y el amor incondicional de dos perros que deciden venir conmigo.Vuelvo a la Aldea con mucha paz y tranquilidad interior y muy motivado para vivir un nuevo día. Leo, dibujo, escucho música, pienso y visualizo nuevos proyectos de futuro. Básicamente es el lugar idílico para reconectarse con uno mismo.


A la hora de comer Augusta, la cocinera de la Eco-Aldea nos prepara una comida exquisita. Ella y su familia;Juan su marido y el encargado de dirigir las construcciones de la Aldea y la escuela; sus hijos Elvis el mayor y Juan Carlos y Valentina los pequeños, son un gran ejemplo de cambio y transformación y de una próspera evolución. Son tus hechos los que reciben los demás y no tus palabras.

He aprendido a vivir en comunidad,  a compartir todo lo que tengo y he ganado una familia formada por gente que, por unos instantes es desconocida pero que rápidamente encajas y conectas, lo difícil es ver cómo se van para seguir sus caminos pero a ti ya te han enseñado lo que necesitabas.

Después de comer, hay un tiempo de descanso o si tengo la ocasión charlo con Aide la mamá de Yuri, una gran sabia, que me cuenta sus historias y como es la vida en Perú con su cultura y sus tradiciones.

Con varios niños que van al centro de Lamay
A las 15h empiezan a llegar los peques, algunos llegan tarde porque salen de la escuela y tienen 40 minutos de camino hasta llegar a su casa. Una de las reglas es que han de abrazarte cuando llegan y con su sonrisa sabes que te espera una gran tarde. Da igual quien seas y de donde vengas, su magia hace que te abracen y te den cariño igual.


Primero ayudamos con tareas de la escuela o sino tienen practicamos las asignaturas más dificultosas. Tienen tiempo para jugar, les damos talleres como por ejemplo construir un barco con objetos de la naturaleza y hacer una cursa por el río. Terminamos con un círculo de amor, hablando de sus preocupaciones, sus sueños o su día a día. A la vez que toman la merienda que para muchos es su cena. A las 19h se termina la escuela y se van para casa. Es la hora de quitarse la bata de “profe”.

Cuando llevas un tiempo te das cuenta que eres algo más importante que la figura que lleva la bata de color, porque de repente has entrado en  sus vidas y eres responsable de todo lo que enseñas, de todo lo que dices, y de todas tus acciones y movimientos.La capacidad de absorción de sus cerebros es tan sutil que desde el primer abrazo ya te han captado, ya saben quién eres.


¿En qué te ha cambiado esta experiencia?

Es sorprendente el cambio que he tenido como persona en diferentes sentidos. Hay días que me siento extraño porque me cuesta entender la evolución que he tenido en poco tiempo y que aún sigo teniendo.

A nivel profesional me siento más competente que nunca, que venga un día la coordinadora de la escuela de Cusco y te diga: Esta semana te he puesto como coordinador del taller de cocina, prepara algo para mañana. Mi primer taller de cocina y con niñ@s, de la nada te inspiras y sale genial, entonces te piden más.

En plena tarea de cocinero

Te levantas un día y piensas: Tengo que terminar el recetario. Porque ahora vas a dirigir y a organizar un pequeño restaurante en Perú, donde te dan el lujo y la gran oportunidad de hacer la carta y tienes la libertad de poner tus primeros platos.

Veo y vivo la vida de otra manera, fluyo para que todo venga en su forma y lo acepto tal y como viene, lo disfruto y soy feliz.Lo indispensable de antes, ya no lo es. Porque lo que tengo ahora se transforma, descubres que nada ni nadie es permanente y como consecuencia de ello lo das todo.

Tengo 24 años y sé que este proyecto va a estar toda mi vida. He sentido que el proyecto es para mí y que yo soy para el proyecto.Encontrar tu misión no es fácil pero cuando la tienes, la tranquilidad y la felicidad la respiras cada día. 

Me da igual levantarme a las 8 de la mañana y no parar hasta las 12 de la noche porque hago lo que me gusta y lo disfruto, hay momentos difíciles que no dejan de ser oportunidades para cambiar hábitos, maneras y actitudes. Hay momentos de no poder más y querer abandonar pero algo dentro de ti te recuerda porque lo estás haciendo y te vuelves a levantar. 

Con un grupo de voluntari@s 


Animo a toda la gente que lea esto a que se atreva a cambiar su vida si no están haciendo lo que el corazón y el instinto desean. De verdad, vale la pena. Si nunca sales de tu área, aunque sea para viajar, no sabrás, si realmente quieres que tu vida sea lo que es.

He conocido mogollón de gente interesante, he aprendido a ver la vida de otra manera y quiero seguir así, hago lo que me gusta y lo que quiero. Cada día y a cada hora.
Si quieres saber más de este proyecto ¡escríbenos!: info@viajestumaini.org


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