domingo, 3 de noviembre de 2013

India desde un tren

Hoy he viajado en tren por primera vez. Los trenes no están del todo mal aunque los asientos son los más incómodos en los que me he sentado nunca pero a pesar de ello es uno de los medios más seguros para viajar en India. 
Nada más salir de Amritsar los vagones iban prácticamente vacíos pero poco a poco se fueron llenando y según el tren avanza va aumentando la procesión de vendedores. Venden cualquier cosa que os podáis imaginar, desde un candado para la maleta hasta un muñeco, un trozo de papel higiénico, unas ricas samosas o un especiado chai. También hay mucha gente mendigando: un hombre sin piernas que se arrastra por los pasillos en busca de una limosna, niñas que cantan a cambio de unas rupias, ciegos, personas con extremidades deformadas…es muy impactante y triste. Probablemente muchas de estas personas si hubieran nacido en un país como el nuestro tendrían derecho a una vivienda y una pensión, en definitiva, a tener una vida lo más digna posible pero han tenido la mala suerte de nacer en un país donde todo eso no existe.


La segunda vez que tuve que coger un tren fue en Delhi. Aquí dentro de unos días comienza la festividad más importante del hinduismo (llamada Diwali) y todo el mundo aprovecha para viajar a su hogar y reunirse con la familia. Si alguna vez os pilla Diwali (normalmente es en Noviembre) lo mejor es viajar en bus porque los trenes no es que vayan abarrotados, es el paso siguiente. Tenía comprado un billete para viajar a Jaipur y no fui capaz de entrar en el tren porque muchísimas personas viajan sin billete y su forma de acceder al tren es colgándose de las puertas hasta que el tren se pone en marcha y poco a poco van entrando, algunos se quedan en la puerta durante horas con el peligro que eso conlleva. Como todas las puertas estaban bloqueadas no pude acceder y no me atreví a colgarme como ellos con la mochilota gigante a la espalda y otra bastante pesada en el pecho así que ahí me quedé, corriendo sin entender nada, con el billete en la mano y agotada por el esfuerzo de seguir al tren durante varios minutos pensando que habría algún hueco para entrar… Un rato después tuve la suerte de conocer a un indio que le había pasado lo mismo y cuando apareció el siguiente tren 3 h más tarde nos tiramos literalmente hacia el interior con el tren en marcha… Fue un poco estresante pero divertido, después de casi 25 h de viaje llegué al destino sana y salva.



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