En contraste con la urbe de Bangkok desde el autobús se
divisan lonas llenas de arroz secándose al sol, casas de madera y tejados de
uralita, cultivos de un verde intenso, bueyes, árboles frutales, pequeños
templos budistas, familias enteras montadas en una scooter…
Las carreteras de Tailandia están por lo general muy bien,
aquí se conduce de una forma más similar a la que conocemos en Europa, no usan
el claxon constantemente y hasta utilizan los intermitentes para los
adelantamientos.
Me dirijo a Surin a visitar un proyecto relacionado con
elefantes. No es un santuario, trabajan con la comunidad para tratar de darles
a los elefantes la mejor vida posible, teniendo en cuenta que son elefantes que
viven en cautividad. El proyecto está situado a unas 6 horas al Este de
Bangkok. En el pueblo donde está situado viven más de 200 elefantes y sus
mahouts (cuidadores) pero en el proyecto sólo tienen 12 elefantes más uno nuevo
que se iba a incorporar la semana que viene. Es un proyecto relativamente reciente
y pequeño y de momento no pueden asumir los gastos de trabajar con más
elefantes aunque su idea es que poco a poco vaya creciendo y de esta forma puedan
contratar a más mahouts y acoger a más elefantes. Allí he compartido el día a
día con un grupo muy variado de voluntarios (de muy diferentes nacionalidades,
edades y perfiles) pero en los días que hemos pasado juntos hemos conectado muy
bien. Los coordinadores del proyecto se encargan de dar toda la información
posible para que seamos capaces de comprender el problema que sufren los
elefantes en general, no sólo los elefantes asiáticos y las consecuencias que
pueden tener nuestros comportamientos sobre ellos.
Por ejemplo, creo que muchas veces no somos conscientes que
pagando por un paseo en elefante o por una entrada a un circo estamos
alimentando el maltrato que sufren estos animales, que no sólo están privados
de su libertad sino que encima sufren brutales agresiones. No es para nada un
comportamiento normal el que un elefante se suba en una tarima a dos patas
mientras mueve una pelota en su trompa, detrás de todo ello hay un duro
entrenamiento que normalmente conlleva terribles torturas. Los elefantes deberían
estar acompañados de sus madres hasta los 4 años de edad, éstas les enseñan
todo lo que tienen que saber para poder sobrevivir. Una forma muy común que
usan los mahouts para que los elefantes aprendan es el crush method. En este
caso los elefantes son separados de sus madres cuando tienen 2 años (o incluso
antes), les meten en una jaula muy pequeña, del tamaño de su cuerpo y les
torturan clavándoles todo tipo de objetos punzantes hasta que el bebé elefante
deja un día de llorar y entonces paran. Es cierto que los elefantes tienen muy
buena memoria así que cuando crecen siempre van a recordar ese dolor intenso
que sufrieron cuando eran pequeños y esto les hace ser más obedientes. De esta
forma cuando tienen que enseñarle algún
truco, ya sea para un circo o para que aprenda a llevar una silla para que los
turistas se monten en su espalda, cada vez que le clavan lo que los mahouts
usan para controlarles (llamado hook), va a recordarlo y va a ser más fácil de
que aprenda y sea sumiso en el aprendizaje.
El proyecto trabaja básicamente en dos áreas: educación y
sensibilización. Educación sobre los mahouts, para tratar de convencerles que
hay otras formas de trabajar con los elefantes
y como consecuencia darles a los elefantes la mejor vida posible
teniendo en cuenta de que los elefantes no están en libertad que sería la
situación ideal. Por poneros un ejemplo, los elefantes de todo el pueblo están
encadenados de dos patas al menos y algunos hasta del cuello durante
prácticamente todo el día. Los elefantes del proyecto sólo tienen cadenas en
una pata, dan paseos donde les desencadenan durante al menos un par de horas al
día, se bañan en el río y les dejan relacionarse unos con otros. Es duro ver
que la mayoría de “sus vecinos” no son casi nunca desencadenados.
Una cosa que me ha sorprendido mucho es que entre ellos
tienen sus grupos de amigos y es maravilloso ver la forma en que se comunican.
Hay una de las elefantes del proyecto que se ha escapado tres veces en los
últimos meses sólo para visitar a su amiga que está en la otra punta del pueblo
y cuando están juntas bañándose en el río es realmente difícil separarlas.
Los voluntarios ayudan en las tareas del día a día: limpiar los
terrenos, cortar caña de azúcar para dárselo de comida a los elefantes (que comen
por cierto hasta 200kg de comida al día con el coste que ello supone), preparar
fertilizante con la caca de los elefantes, bañarles en el río y acompañarles en
sus paseos diarios. Otra parte muy importante es la sensibilización, tratar de
difundir lo máximo posible la situación del elefante y comprender que muchas
veces con nuestro comportamiento lo que hacemos es alimentar la explotación de
estos increíbles animales. Por favor, cuando viajéis a países donde existen
elefantes no compréis marfil pues cada año miles de elefantes son asesinados ya
que es un negocio enorme (China es el primer mercado de marfil del mundo y el
segundo es Tailandia), no paguéis para haceros una foto con un elefante puesto
que las condiciones de los elefantes que mendigan son realmente terribles (mal
alimentados, super estresados de estar en ciudades, los mahouts les hacen hacer
turnos larguísimos de trabajo para ganar más dinero, les drogan para que
aguanten…) y si hacéis un trekking aseguraros de que los elefantes sean
tratados de la mejor forma posible o incluso mejor, en vez de montar en ellos,
decirle al mahout que pagáis por ver cómo se comporta dando un paseo en el
bosque, sin tener que cargar con una silla y peso a su espalda porque aunque
parezca sorprendente por lo robustos que parecen, la espalda del elefante no
está preparada para soportar mucho peso.
Aquí podéis ver unas fotillos de la experiencia…Con el machete cortando la caña de azúcar, algunas de las elefantes del proyecto en el bosque, en el río, de paseo y baño con ellas... Espero que os gusten!
Próxima parada: Ko Chang
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