domingo, 3 de noviembre de 2013

Punjab y los interesantes sikhs

Como todos sabéis en la India conviven muchas religiones diferentes y dentro de cada una de ellas hay cosas curiosas como por ejemplo, en los templos jaimistas no pueden entrar mujeres con la regla puesto que se considera “impura” y tampoco puede entrar ninguna persona que lleve un artículo de piel, en los templos budistas siempre hay que caminar en dirección a las agujas del reloj cantando los mantras, en los templos sikh estamos obligados a lavarnos antes de entrar y llevar cubierto el cabello, con lo que ellos llaman “gurudwana”.

Esta semana visité el templo dorado (Golden Temple) en la ciudad sagrada de Amritsar. Los sikhs son la región más joven de toda India y está ampliamente extendida en la región de Punjab. Esta religión la creó Guru Nanak en el siglo XVI y mezcla elementos tanto del hinduismo como del islam aunque defienden a un Dios único llamado Sat. Al igual que los hindúes, los sikhs creen en un proceso cíclico de muerte y reencarnación pero se diferencian de ellos porque consideran que cualquiera puede alcanzar la liberación, independientemente de la casta a la que se pertenezca y de la religión que se practique.
Gobind Singh fue su último líder. En 1699 fundó la comunidad de Khalsa. Entre otros objetivos destacan: ayudar al prójimo (especialmente  a los pobres), luchar contra la opresión, tener fe en un único Dios y proteger su fe con acero (por este último motivo han tenido varias luchas, sobre todo contra los Mughals). Además esta comunidad pide a sus miembros que renuncien al tabaco, a las relaciones sexuales con musulmanes y que adopten los cinco Ks:
  • Kangha: Peine
  • Kirpan: Espada
  • Kara: Brazalete de acero
  • Kachcha: Pantalones cortos
  • Kesh: Cabello siempre cubierto

Los Sikh de aspecto parecen personas muy fuertes y en cierta forma apuestos, se pasean tranquilamente con sus espadas al costado, sus largas barbas (ya que no se las cortan nunca) y con un llamativo turbante cubriendo su cabello.

El templo dorado fue construido a finales del siglo XVI y es el centro espiritual de la fe sikh. Al menos una vez en la vida tienen que hacer un peregrinaje hasta aquí. Es un lugar que sorprende y emociona. Nada más acceder se escucha la música (shabad kitan) y se divisa el contraste entre el blanco mármol inmaculado del suelo con el oro del edificio principal (tiene un tejado reluciente que contiene más de 100kg de oro en forma de hoja de lotus invertida simbolizándola preocupación de los sikhs por los asuntos temporales y espirituales).

La gente se baña en su lago sagrado para purificarse, se sienta durante horas para rezar o simplemente relajarse durante sus amigos. Además tiene una cantina gratuita que sirve comida a cualquier persona que lo desee. Compartir comida refuerza uno de los pilares principales de los sikh que es el principio de igualdad rompiendo de esta forma las barreras de las castas. He venido hasta aquí porque me pilla de paso para visitar otro proyecto y tenía muchas ganas de coger unos días para hacer turismo después de más de dos semanas de duro trabajo en Dharamsala. Os recomiendo que si tenéis la oportunidad no dudéis en visitar esta maravilla…






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