Esther vive en el proyecto de Mombasa. Le encanta escribir poemas. |
Erika es de Perú. Esther, de Kenia. Pema, de Nepal. Pero tienen una cosa en común: no piensan dejar que nada ni nadie les impida cumplir sus sueños. Aunque tienen escasos recursos y deben sortear muchos obstáculos, sus historias de valentía y superación nos animan a seguir trabajando para ellas… y muchas más mujeres y niñas de países del Sur. En el 8M y siempre: igualdad y derechos, ¡YA!
Esther en el proyecto de Kenia. |
Esther, niña de la calle en Mombasa
Se llama Esther, aunque todas sus amigas la llaman Nike. Hace unos años vivía en las calles de Mombasa, hasta que la ONG con la que colaboramos la acogió y le dio un hogar, educación y asistencia médica. Le gusta escribir poemas y tiene mucho talento. En diciembre, Esther consiguió regresar a su familia, pero ya no en la calle, sino en una casa. Ahora está en secundaria y está pensando qué estudiar cuando termine.La organización con la que colaboramos en Mombasa acoge a niñas de la calle desde 1991. Hasta 2017, solo acogía a niñas, ya que es el colectivo más vulnerable. Ahora también ofrece sus servicios a niños.
Hace poco, Esther escribió un poema a una de las voluntarias de Tumaini. Quería despedirse de ella y agradecer su colaboración. El poema empieza así:
From seas,
lands, oceans,
Nations far away,
I just wanna say thank you
Desde mares,
tierras y océanos,
naciones muy lejanas,
solo quiero decirte: gracias
Erika en el proyecto de Cusco, en Perú. |
Erika, la niña que no quiso dejar la escuela en Cusco
Erika llegó a la escuelita con la que colaboramos en Cusco, Perú, hace 10 años. Este año cumple 15. Es muy inteligente, madura y responsable. En el colegio siempre sacó las mejores notas de la clase. Siempre está preocupada por sus hermanos pequeños: les acompaña, se asegura de que coman, que no se caigan en el parque, etc.Su madre tiene 29 años. Es una mujer de campo, ha trabajado muy duro desde muy pequeña, y ahora siempre tiene dolores en las articulaciones. Por eso, Erika tiene que ayudar a lavar la ropa, hacer el desayuno, limpiar, etc. Un día, le dijo a Erika que no podía ir más al proyecto porque tenía que ayudar en casa. Pero Erika se plantó y le dijo que ella quería estudiar. Al final, se dio cuenta de que su hija es muy inteligente y comprendió que su educación es clave para conseguir un futuro mejor.
Ahora sigue estudiando y yendo al proyecto. “Quiere ser ingeniera civil o contable. Tiene mucho futuro”, nos cuenta Yeni, coordinadora del proyecto. Esta escuelita a las afueras de Cusco ofrece refuerzo escolar y actividades lúdicas a niños y niñas como Erika, que provienen de familias migrantes de habla quechua y con muy bajos ingresos.
Pema estudia secundaria en el proyecto de Katmandú. |
Pema, una niña en una de las aldeas más remotas del mundo
Se llama Pema Tsering. Es la mayor de sus hermanas. Tiene 15 años. Nació en Komang, una de las aldeas más remotas del mundo, en pleno Himalaya nepalí. En su aldea no hay Internet, ni carreteras, ¡ni dinero! Sí existe una escuela, pero solo de primaria. Al llegar al último curso, Pema tuvo que tomar la difícil decisión: ¿quedarse con su familia o viajar sola a Katmandú para seguir estudiando? Eso implicaba no volver a ver a sus padres por lo menos en 3 años.Pema fue valiente y se unió al proyecto educativo con el que colaboramos en Katmandú. Esta ONG paga el desplazamiento (en algunos tramos ¡en burro!) de los jóvenes de Komang a la capital nepalí y les ofrece un hogar para que puedan seguir estudiando. El shock de estos niños y niñas al llegar a la ciudad es grande: todo es nuevo y no conocen a nadie. Pero el apoyo que reciben en el centro les ayuda a seguir adelante.
Pema quiere ser profesora, regresar a Komang y ayudar a sus padres. Le gusta mucho cocinar y jugar al fútbol. “Su hobbie es contar chistes, ¡siempre está riéndose!”, comentan los coordinadores del proyecto.
Educación para niños y niñas en Iquitos, Perú. |
8M, hoy y siempre, ¡derechos para mujeres y niñas!
Desde Tumaini, reivindicamos los derechos de mujeres y niñas, sobre todo en países del Sur, donde tienen menos posibilidades y sufren más discriminación. Por ello, hoy y siempre, colaboramos con ONG como estas:- En Kenia, este centro acoge a niñas que han sufrido terribles situaciones: mutilación genital femenina, matrimonios tempranos, etc. Les ofrece un hogar, educación y actividades lúdicas para devolverles las sonrisas.
- En India, colaboramos con una ONG que ofrece un trabajo digno a mujeres de castas bajas. Hasta hace poco, estas mujeres, sin ingresos ni estudios, no eran independientes y no podían tomar sus propias decisiones. Ahora tienen un sueldo digno y además dejan a sus hijos pequeños en una escuelita donde se enseña inglés, hindi, yoga, danza, etc.
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